La atención a las personas en situación de dependencia: Feminización del cuidado, Orígenes y consecuencias

AutorMaría José Vázquez Fernández
Cargo del AutorDra. en Ciencias del Trabajo. Pfra. Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Páginas315-339
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LA ATENCIÓN A PERSONAS EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA:
Feminización del cuidado, orígenes y consecuencias
Mª. Josefa Vázquez-Fernández59
RESUMEN
En el presente capítulo se expone un trabajo de indagación mediante el estudio de bibliografía, así como
de diferentes casos a través de entrevistas a mujeres que han ejercido un rol de cuidadoras informales,
que exponen su experiencia vital, así como las ventajas e inconvenientes de la dedicación al cuidado de
personas dependientes.
Se constata que son los modelos educativos los responsables de la división de los roles sociales que
discriminan a la mujer.
En el contexto de los cuidados, el cuidar se torna en una construcción social y de estereotipos de género.
Han sido y continúan siendo las mujeres las responsables de la tarea de cuidar, lo que ha supuesto un
condicionante para su desarrollo, proyección profesional y personal.
Esta feminización de los cuidados, además de las tareas domésticas, es un lastre educacional y
generacional que se ha mantenido en los cuidados de proximidad y cuidados familiares, lo que supone
una carga, y a veces, sobrecarga en cuanto a las repercusiones en su estado de salud, síndrome de
burnout
,
cambios emocionales, socioeconómicos y de las relaciones laborales y de ocio.
Este tipo de planteamientos, construidos y mantenidos a lo largo de los siglos, están tan profundamente
arraigados que, a pesar del desgaste que producen los cuidados a largo plazo, las mujeres, con frecuencia,
sienten el deber y compromiso de llevarlos a cabo.
Se concluye que cuidar debe ser una opción personal que genere un crecimiento emocional, subjetivo y de
aprendizaje social, a pesar de las consecuencias que también conlleva. Es preciso instaurar un modelo de
cuidados libre de estereotipos de género, potenciando la corresponsabilidad en las familias, a la vez que
se deben facilitar suficientes apoyos y recursos por parte de las administraciones públicas y del resto de
la sociedad, que posibiliten la conciliación familiar y laboral de las mujeres cuidadoras, que faciliten su
tarea, a la vez que visibilicen y pongan en valor la figura de las personas cuidadoras.
59Dra. en Ciencias del Trabajo. Pfra. Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales. Universidad Pablo de Olavide de
Sevilla. Investigadora adscrita al grupo oficial PAI (Plan Andaluz de Investigación) SEJ-452. Secretaría de Universidades
Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. Experta en intervención social e inserción sociolaboral de colectivos en riesgo o
situación de exclusión social.
María Josefa Vázquez Fernández
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INTRODUCCIÓN
Feminización de los cuidados
Si nos remontamos a la situación de la mujer en la civilización más antigua, como es el caso de Sumeria60,
encontramos determinadas diferencias al respecto frente a otros pueblos antigu os. Las mujeres de dicha
civilización podían acceder a puestos destacados e importantes, como, por ejemplo, la dirección de los
templos, cargo al que ascendían de forma habitual, y se las llegaba incluso a considerar la reencarnación
de una diosa, por lo cual llegaban a ocupar el puesto de esposa del dios del templo que tenían a su cargo.
Así, debido a su consideración de diosa, era la mujer quien podía conceder al hombre determinado poder
y cargos como el de gobernador o monarca. Su poder era tal que, al ser la reencarnación de una diosa,
eran ellas quienes le otorgaban el poder al hombre que ocupara el cargo de monarca o gobernador, cargos
que no podían ejercer sin haber sido aprobados previamente por estas diosas. Este poder se extiende
también a las relaciones comerciales y diplomáticas e incluso a cualquier tratado, pactos o alianzas.
Con el transcurso de la historia, el lugar asignado a la mujer fueron las tareas domésticas, además del
cultivo y recolección, así como el cuidado y la educación de los hi jos. En todas las civilizaciones antiguas
ha estado presente su papel reproductivo y de encargada del hogar.
Según Alfaro (2010), citada por Fernández (2016:94), “el trabajo femenino de cuidadora del hogar aparece
en las fuentes con menos valor que el masculino, más intelectual y menos manual, sin tener en cuenta el
peso económico y social que soportaron las niñas y mujeres de la antigüedad”.
En cuanto a los cuidados a lo largo de la historia, cabe destacar que, en la antigüedad, las mujeres viudas
y vírgenes tenían el cometido de visitar a los enfermos, alimentarlos, asearlos y ofrecerles cuidados.
Con el paso del tiempo, las mujeres cuidadoras fueron ascendiendo en la sociedad, avanzando y
haciéndose un lugar sobre todo en el ámbito de la medicina, de ahí que en la antigua Roma aparezcan
declaraciones de mujeres médicas, comadronas y enfermeras, si bien tendrían que transcurrir varios
siglos hasta que se reconociera que algunos tratados médicos procedían de mujeres.
Desde la antigüedad, ha quedado patente el rol cuidador y sanador por parte de las mujeres. Así,
encontramos que uno de los papeles importantes desempeñados por ellas era el de nodriza. También
destaca dentro de la antigua Roma la mujer comadrona (
obstetrix
), trabajo que llevaba a cabo junto con
las tareas del hogar. No sucedía lo mismo con la mujer cuidadora (ornatrix), que era una mujer
trabajadora fuera del núcleo familiar que “no solo se dedicaba al cuidado y ‘adorno’ femenino, sino que se
ocupaba de todos los aspectos del cuidado corporal, empezando con la dieta, pasando por la higiene, el
ejercicio, el sueño, el baño, etc.” (Fernández, 2016:95).
El papel de la mujer cuidadora se revaloriza o adquiere mayor auge, si cabe, con la llegada de la era
cristiana, en la que aparece en el siglo IV Fabiola, quien creó un hospital y ejercía la medicina de manera
60 A la civilización sumeria se la considera la primera civilización urbana de la humanidad y, por tanto, la más antigua. Data de los
años 3.000-2.350 a.C. y nace entre los ríos Tigris y Éufrates, en el sur de la antigua Mesopotamia.

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