«Redes sociales de apoyo. La inserción de la población extranjera»

AutorGuillermo Rodríguez Folgar
Páginas195-197

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Ángels Pascual de Sans (Directora) Fundación BBVA Madrid, 2007 320 págs

El estudio que da lugar a esta obra se enmarca en una de las actuales líneas de investigación que desarrolla el Grup de Recerca sobre Migracions de la Universidad de Barcelona: los procesos de asentamiento e integración de la inmigración, especialmente extranjera, en pequeñas ciudades y áreas rurales de España.

El objetivo principal del trabajo ha sido el de proporcionar una prueba empírica con la que validar o rebatir las teorías expuestas en los últimos años sobre redes migratorias o redes de apoyo social de los inmigrantes y hacerlo, precisamente, tomando como referencia el territorio rural.

Con la finalidad de conocer cómo son los actores (entidades sociales cuyos vínculos son objeto del estudio) que intervienen en la red personal de los inmigrantes en el lugar de destino y las relaciones que se crean entre ellos, se introducen en la encuesta llevada a cabo preguntas sobre los mismos, además de otras de tipo reticular. Es decir, con la aplicación del cuestionario, los autores no se limitan a obtener información de la persona entrevistada sino que también le preguntan sobre las principales características de los sujetos mencionados en relación con la percepción o emisión de ayuda instrumental o de información.

En primer lugar, del estudio se deduce que las redes personales de apoyo se crean en la mayoría de los casos en el origen, se completan o transforman en el destino y son efectivas para casi todos los inmigrantes en su proceso de integración inicial.

La variable explicativa por excelencia ha resultado ser el lugar de nacimiento del extranjero que, aunque muy afectada por otros factores que suelen caracterizar a determinados colectivos (por ejemplo, mayor nivel adquisitivo asociado a los que proceden de la Europa comunitaria), ha continuado siendo relevante una vez controlados aquellos de los que los autores tenían información.

Los africanos, en su mayoría marroquíes, destacan por mencionar actores fundamen-Page 196talmente de sexo masculino y del mismo país de nacimiento. Sus redes no son especialmente densas (en el sentido de una elevada proporción de personas relacionadas entre sí por un vínculo de parentesco o fuerte amistad) ni numerosas. De hecho, tienden a restringirse, para los intercambios más frecuentes, a los otros miembros de la unidad familiar y, de manera más esporádica, a otros paisanos no tan próximos afectivamente.

Los latinoamericanos muestran, por el contrario, unas redes muy dinámicas, de mayor tamaño y con un papel más relevante de la mujer, explicado, en parte, por su más asidua función de pionera e incorporación al mercado laboral. A diferencia de otros colectivos, desde los primeros meses las personas de estos orígenes se convierten en emisores además de receptores de ayuda. El menor espacio de tiempo que llevan en España explica, en parte, estos resultados.

Los europeos comunitarios parecen no necesitar activar tantos contactos para acceder a los recursos. Normalmente con un superior capital económico y jubilados en buena parte, son más autosuficientes en la consecución de una vivienda o de objetos de consumo. Sus redes son relativamente pequeñas, paritarias por género e, incluso, con mayor representación femenina en la ayuda relacionada con la información, situación comprensible dada la tasa de masculinidad más baja en los extranjeros de estas procedencias y dada la mortalidad diferencial por sexo que afecta a cualquier población de edad avanzada.

Los otros europeos, los del Este, son los de interpretación más compleja. De pautas homogéneas entre ellos, reciben bastante ayuda de los españoles en comparación con los otros grupos, sobre todo la asociada al trabajo y a los bienes materiales, lo que da una idea de su mejor posicionamiento en los escenarios que los autóctonos dibujan en base a los estereotipos preconcebidos sobre los distintos «otros».

En la puntuación sobre grado de bienestar del extranjero, el capital humano del mismo, medido en función de su nivel de estudios, tiene un efecto positivo pero no exactamente lineal, ya que tener estudios superiores no es de gran ayuda si éstos no se pueden validar en el destino, la lengua es un impedimento o la situación legal no permite una competencia justa en el mercado laboral.

Respecto al mantenimiento de la cadena migratoria se observa que son los europeos del Este y los hombres ecuatorianos los más activos cuando se mantienen fijas variables tales como la provincia de residencia, el tiempo de estancia en España, el nivel de castellano, el número de familiares implicados en la red de apoyo de la persona entrevistada en nuestro país y la intensidad con la que se recomendaría a algún conocido venir a vivir aquí. Les seguirían los africanos y las mujeres latinoamericanas no ecuatorianas.

A continuación, los autores pasan a hacer una serie de recomendaciones en base a los resultados del estudio. Según ellos, sería recomendable un esfuerzo en el acercamiento a los colectivos más aislados, entre los que destacan a los africanos y, más específicamente, a las mujeres marroquíes en ámbitos que propician este aislamiento (como las residentes en fincas en el campo). El desconocimiento del idioma es habitual y reduce notablemente sus posibilidades de interacción con los españoles o extranjeros de otra nacionalidad.

En segundo lugar, piensan los autores que se deberían buscar fórmulas para propiciar una interacción real entre estas mujeres y el resto de los ciudadanos.

Por último, se debería proponer, según ellos, que no sólo teórica sino efectivamente estas mujeres pudieran beneficiarse de los protocolos de la sanidad pública, como la atención al embarazo, los programas de prevención del cáncer o las visitas del «niño sano», entre otros.

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En lo que se refiere a los ecuatorianos, el hecho de que sus redes sean amplias y muy familiares no tiene por qué ser sinónimo de su mejor integración, sino al contrario, puede ser sintomático de las limitaciones de sus círculos de apoyo, por lo común, con actores de poca experiencia en nuestro país y situaciones sociales no demasiado aventajadas.

Por otra parte, la sociabilidad entre extranjeros de distinta procedencia es más escasa en muchos casos que la que se produce entre ellos y la población autóctona. Los autores opinan que se deberían estimular, así mismo, actividades con la finalidad de vincular a los distintos grupos culturales, lo que probablemente prevendría, en alguna medida, el nacimiento de conflictos interétnicos, que desgraciadamente están muy presentes en sus discursos, casi con independencia de la nacionalidad.

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