La aplicación de las nuevas tecnologías para combatir la pandemia en españa

AutorManuel Villoria Mendieta
Páginas113-129
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CAPÍTULO 5
LA APLICACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
PARA COMBATIR LA PANDEMIA EN ESPAÑA
Lucía Velasco
Directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI)
Gobierno de España
Según los datos de certificados de defunción que el INE (Instituto Nacio-
nal de Estadística) ha publicado, entre enero y mayo de 2020 hubo 45 684
fallecimientos causados por la covid-19 en España. Durante este periodo, el
coronavirus fue la primera causa de muerte en nuestro país. Sabemos que no
era una realidad nacional sino global. Casi un año después, contamos con
más de 95 millones de casos y más de 2 millones de muertos en todo el
mundo (Johns Hopkins University Medicine, 2021). Y de momento, este
terrible contador no se detiene.
Con la experiencia de más de 10 meses bajo esta desoladora pandemia
tendemos a olvidar la confusión inicial a la que nos enfrentamos como país.
De la noche a la mañana la población empezó a enfermar y había pocas
respuestas para todas las preguntas que nos hacíamos. Entramos de lleno en
la lucha contra el coronavirus con armas del siglo XX. Hospitales y poco más.
Era como ir a una batalla con escudos de madera. Poca información, poca
coordinación y mucha confusión. Los sistemas sanitarios autonómicos colap-
saron al poco tiempo. Se intentaban contener los flujos de pacientes hacia
los servicios de urgencia de los hospitales, pero no se daba con la manera
de hacerlo. La ciudadanía acudía a los centros sanitarios asustada, sin saber
si tenía una gripe o covid-19. Los teléfonos de atención primaria y de emer-
gencias se saturaron. Nadie contestaba y la población asustada colapsaba más
aún los servicios de urgencia.
Se miró atrás, a otras epidemias. ¿Qué se hacía entonces? ¿Qué se había
hecho en las más recientes y en qué nos diferenciaba vivir en el siglo XXI?
Qué podía diferenciar la manera en que se combatieron la peste negra en
1348, por la que pereció más del 60 % de la población en la península ibérica
(Virgili, 2012), o la mal llamada peste española en 1918 que se estima acabó
con la vida de 100 millones de personas en todo el mundo (Saul, 2020). La
epidemia de ébola de los años 2014-2016, no era comparable porque no se
ÉTICA PÚBLICA EN EL SIGLO XXI
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transmite por vía respiratoria, solo por contacto directo y frecuente con el
enfermo o sus secreciones. El ébola enseñó otra manera de aislar, con trajes
de aislamiento, pero no era lo mismo porque los contactos asintomáticos no
podían contagiar. La respuesta era clara. Lo que teníamos ahora y no había
antes, era la tecnología.
Fuente: Un conductor de transporte público en Seattle impide subir a los pasajeros que no llevan más-
caras (1918). (Dominio público).
Tanto la cuarentena como las mascarillas ya eran algo que venían de lejos.
El uso moderno del término cuarentena propiamente dicha, como procedimiento
formal para el control de una epide-
mia, se introdujo en el siglo XIV en los
años posteriores a la peste negra. En
1377, la colonia veneciana de Ragusa
(hoy Dubrovnik), puso en funciona-
miento el primer sistema instituciona-
lizado de cuarentena de la historia. La
palabra quarantena, en italiano, refería
a los cuarenta días de espera impues-
tos a los barcos y personas como
medida de prevención. Este período
de aislamiento resultó ser bastante
efectivo para verificar el estado de
salud de los pasajeros. La ciudad
incluso construyó un centro de aisla-
miento –llamado lazzaretto– en una
isla cercana, donde se enviaba a las
tripulaciones de barcos infestados para
permanecer allí hasta su muerte o

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