Antecedentes históricos

AutorMaria José Azaustre Fernández

1. Introducción

Desde el inicio de nuestra Historia la práctica de la violencia debió estar presente en diferentes espacios, pero su institucionalización coincide con la de la discriminación, o dominación de unos grupos sobre otros53.

Las relaciones de poder, la división cultural, la desigualdad entre los sexos se encuentran en la base de una sociedad que los caracteriza y valora a través del género. Del quebrantamiento por parte de alguno de los géneros de la caracterización de las normas de comportamiento de hombres y mujeres a lo largo de la historia ha surgido la violencia como forma de solucionar los conflictos derivados de la superioridad de un sexo sobre otro.

En las sociedades antiguas las diferencias existentes entre los sexos se argumentaban considerando a éstos como identidades sexuales, no como construcciones sociales, sino que eran fruto de la propia naturaleza, y las relaciones de género eran jerarquías naturales. De ahí que la concepción de lo masculino y femenino fuera inamovible, pues era natural, innato a la persona54.

La mujer y el hombre tiene características diferentes porque así lo ha dispuesto ya sea la naturaleza o la divinidad, de ahí que el papel que hayan de cumplir dentro de la sociedad también sea diferente. El hombre es superior, la mujer es inferior, porque por una parte está el alma, la mente, y por otra el cuerpo y la pasividad, de ahí que el primero tenga la capacidad de pensar y por tanto gobierne sobre la mujer, quien debe estar subordinada al no tener ninguna capacidad deliberativa ni de razonamiento55.

La diferencia física o biológica de hombres y mujeres marcaba la capacidad de raciocinio entre ambos, al no tener esta capacidad la mujer, debía estar sometida a tutela, tal como lo contempla la sociedad romana y griega. En estas sociedades se justifica la violencia contra la mujer al considerar que al ser el varón el que gobierna en su casa, el que cuida del honor familiar, y el que puede participar en la vida pública, también puede castigar a la mujer si lo estima necesario, ya sea para corregirlas en su educación, para resarcir el honor de la familia, o por cualquier otro menester56.

En la mayor parte de nuestra Historia, los conflictos de género se han mantenido ocultos por estar inmersos y aceptados en la sociedad, pero también se ha expresado abiertamente a través del movimiento feminista e incluso antes han existido expresiones colectivas de mujeres reivindicando su identidad y sus derechos o privilegios. Estos actos colectivos comienzan a promover la reorganización social y al menos se empieza a reconocer la existencia de esta lucha o conflicto de géneros como tal tanto en la vida privada como pública57.

La igualdad entre los géneros, la reivindicación de los derechos de la mujer ha sido promovida en un mundo patriarcal, creado por los hombres y para los hombres. El acceso de la mujer a la educación, a la vida pública ha trastocado las bases de este orden social.

Han existido auténticas revoluciones culturales, como la de la Ilustración, donde «cualquiera» podía acceder al saber, al trabajo y al poder. La conciencia del «yo», individual, limitado y finito, con suficiente autonomía para decidir respecto a la propia persona. Sin embargo, en este pensamiento no estaban incluidas las mujeres, y...

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