La Alianza del Pacífico: Un Ejemplo para la Integración Regional

AutorGuillermo Fernández de Soto
Páginas7-18

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1. Antecedentes

En el estudio El Pacífico: la inserción aplazada. La relación de Colombia con Asia-Pacífico en el contexto de América Latina, que en los años 2011 y 2012 coordiné como Presidente Ejecutivo del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI), sostuve que de consolidarse este proceso (la Alianza del Pacífico) y lograr la inclusión de Costa Rica y Panamá como miembros plenos, este grupo puede convertirse en una de las alianzas comerciales más significativas con enormes beneficios económicos para la población latina y asiática. Con seguridad, la integración de estas economías no será simultánea ni simétrica, sino que dependerá del avance de las homologaciones de los acuerdos de libre comer-cio entre los miembros fundadores y de la suscripción de nuevos tratados comerciales con otros países centroamericanos.

Como se indica en el Acuerdo Constitutivo, la Alianza del Pacífico puede llegar a ser un espacio de concertación y convergencia, así como un mecanismo de diálogo político de transcendental proyección hacia la región de Asia-Pacífico.

Es de resaltar que en la fase actual de transición en que han ingresado la economía y la política mundiales existe cada vez un mayor acuerdo entre analistas

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de diversas tendencias, en el sentido de que el mundo de los próximos cincuenta años tendrá un comportamiento de carácter cada vez más multipolar - aunque no necesariamente más equilibrado- como consecuencia de la competencia que hoy tiene el liderazgo de Estados Unidos, la Unión Europea, China y otros países emergentes. Esta tendencia ocurre, además, en el contexto de una gran incertidumbre sobre la eficacia de los escenarios multilaterales para favorecer el avance hacia una gobernanza global que ofrezca certidumbre en temas clave del desarrollo sostenible y la seguridad de las naciones.

En este contexto, América Latina podría adquirir una mayor relevancia en las corrientes globales de la política, el comercio y la inversión dada la caracterización de varios de sus países como economías emergentes, entre ellos Brasil, por supuesto, pero también México, Chile, Colombia y Perú. En esta dirección, no deberían existir plataformas excluyentes de inserción internacional. Más allá de debates ideológicos estériles que han hecho carrera reciente en la región, hoy resulta evidente que nuestro propio continente podría aprovechar su propia plataforma en los próximos años para avanzar en la senda propuesta.

De acuerdo con el Presidente del BID, Luis Alberto Moreno, la participación en el PIB global de los mercados emergentes y de los países desarrollados aumentó un 10% en la primera década del siglo XXI, hasta llegar al 47,1%, mientras que el resto corresponde a las naciones industrializadas. El peso adquirido por los países asiáticos, con China e India a la cabeza, explican en gran medida esta tendencia. Pero Moreno también incluye a América Latina en esta nueva dinámica, como resultado del «bono demográfico» del que hoy disfruta la región - debido a una menor proporción relativa de población dependiente- , el surgimiento de una nueva dirigencia empresarial y el fortalecimiento de las clases medias en varios países del continente 1.

En este contexto, resulta sugerente la evidencia que ofrece Luis Alberto Moreno, según la cual «al tiempo que los países desarrollados han perdido participación como compradores de los bienes que vende Latino- américa, los países de la región y otras economías emergentes tienen un peso cada vez más notorio» 2.

De acuerdo con las cifras de la CEPAL, mientras que en el año 2000 los Estados Unidos representaban un 60% de las exportaciones y un 50% de las importaciones de América Latina, como principal socio comercial del continente, en el 2010 estos flujos habían reducido su participación al 40% y 29%, respectivamente. Por su parte, la Unión Europea, en el período señalado ha mantenido prácticamente inalterada su participación en el flujo comer-cial con América Latina, al explicar en los años considerados alrededor del 12% de las importaciones y el 14% de las importaciones de la región 3.

Entre tanto, resulta visible la forma como han crecido los mercados regionales y los de Asia-Pacífico en el comercio de doble vía de América Latina y el Caribe. En efecto, como porcentaje del comercio de doble vía con el mundo, el intercambio dentro de la región pasó del 16% al 19% en exportaciones, y del 15% al 22,7% en importaciones, mientras que Asia-Pacífico pasó del 5,3% al 17% en el total de las exportaciones y del 10,6% al 27,2% en el de las importaciones. Este cambio estructural en el intercambio con Asia-Pacífico, que hoy supera en los flujos globales a Europa, se encuentra explicado en gran medida por la dinámica adquirida en el comercio con China, que ya es el principal destino de las ventas externas de varios países de América Latina, entre ellos Brasil y Chile.

Esto nos permite extraer dos conclusiones. En primer lugar, que existe un espacio para la integración de los países de América Latina y el Caribe, a través de la profundización de sus acuerdos comerciales y el diseño de estándares que involucren más comercio, inversión y servicios, sin perder de vista la trascendencia del diálogo político bajo un enfoque de integración profunda. En segundo lugar, que hay amplio margen para avanzar en acercamientos más decididos que impacten las corrientes de inversión y el comercio de doble vía con los demás países emergentes, especialmente con aquellos que se han constituido en los nuevos motores de la economía mundial, es decir, los países asiáticos industrializados y aquellos de la misma región que se encuentran en proceso de desarrollo. Sin que esto signifique, desde luego, el abandono de los lazos políticos y económicos que vinculan al continente

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con los Estados Unidos y Europa, bajo la óptica de una América Latina de diversas plataformas.

En este «espacio de oportunidad» se inscribe en mi criterio el proyecto de la Alianza del Pacífico.

Al respecto, cabe destacar las proyecciones de un informe preparado, por Centennial Grupo para CAF 4, que sustenta sobre bases firmes la elección de esta línea exploratoria:

- En 2040, «el centro de gravedad económico cambiaría a Asia, que representa en la actualidad el 34% de la actividad global, pero en ese año podría representar el 61% de la producción global. Tres economías gigantes, China, India y Japón liderarían el resurgimiento de Asia, pero otros países como Indonesia y Vietnam también tendrían una masa económica significativa. Incluso Tailandia y Malasia podrían tener economías más grandes que la de Francia en la actualidad.

- El surgimiento de Asia no sería sin precedentes. En realidad, pondría en línea la participación econó-mica con su participación en población, y restauraría el equilibrio de la actividad económica global con el existente en el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, antes de que la Revolución Industrial se tradujera en una gran divergencia de ingresos entre países.

- La contraparte del surgimiento asiático sería una reducción en la participación de las economías del G-7. Su participación en el ingreso global ya ha disminuido a sus niveles más bajos desde la Segunda Guerra Mundial y para 2040 podría ser de apenas 21%».

A esta significativa proyección de los países asiáticos en su conjunto, es necesario agregar la visión de integración económica de largo plazo de la región que, según lo señala el Banco Asiático de Desarrollo, apunta a una comunidad económica abierta, fuerte y prospera, regionalmente integrada, conectada con los mercados globales, en el marco de una responsabilidad e influencia a tono con su importancia económica. El Banco precisa, además, como la Comunidad Económica Asiática podría evolucionar hacia un mercado único, conectado a través de redes integradas de infraestructura, conformando un espacio donde el comercio, la inversión y el libre movimiento de personas, estarán acompañados de una estrecha coordinación económica, de una creciente cooperación monetaria y financiera y, probablemente en una fase superior, de la adopción de una moneda común

(FERNÁNDEZ DE SOTO, Guillermo y PINEDA HOYOS, Saúl (coords.): El Pacífico: la inserción aplazada..., op. cit., pág. 25).

Estas reflexiones permiten entender mejor la importancia de la decisión estratégica que hicieron los países fundadores de la AP.

2. El mundo de hoy y la situación de américa latina

Producto de la globalización, a lo largo de las últimas décadas, hemos sido testigos de profundos cambios en los patrones de producción y comercio, así como en la naturaleza de la competencia global; situación que ha promovido la atracción de firmas, que ahora producen para un mercado global, más que para mercados nacionales aislados, atendidos por cadenas locales.

Hoy en día, los debates centrados en mayor o menor grado de liberalización comercial parecen haber sido superados, y se trabaja en la creación de entornos nacionales y regionales que favorezcan la localización de inversores con capacidad de movilizar capital y conocimiento, permitiendo que los nuevos patrones mundiales de producción y comercio tengan un impacto directo en la superación de la pobreza en los países menos desarrollados.

Vivimos en un mundo frágil y fragmentado. Una fragilidad que se observa en el ámbito económico, político y social, y que deriva en conflictos globales y dificultades para diseñar medidas armónicas para controlar las crisis que surgen.

Sin duda alguna, estamos atravesando un periodo de transición, en el que se requiere una revisión profunda de las instituciones internacionales existentes, así como...

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