Agudo Ruiz, Alfonso: Abogacía y abogados. Un estudio histérico-jurídico. Universidad de La Rioja-Egjdo Editorial, 1997,287 pp.

AutorJosé María Blanch Nougués
Páginas691-695

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La monografía de Alfonso Agudo (profesor titular de Derecho Romano de la Universidad de La Rioja) constituye en sí un espléndido estudio sobre una materia que, quizá, por su carácter «fronterizo» o interdi sciplinar entre varias áreas de conocimiento clásicas en la universidad española no ha recibido la atención que se merecía; por tanto estamos ante una monografía bien escrita y documentada que viene a colmar una cierta laguna al menos en el seno de la doctrina española.

El libro de A. Agudo, prologado por el profesor Antonio Fernández de Buján, catedrático de Derecho Romano de la Universidad Autónoma de Madrid, trata sobre el ejercicio de la abogacía y la enseñanza del Derecho a lo largo de la historia de Roma. La experiencia jurídica romana también aporta en esta materia objeto del libro principios normativos, directrices de actuación y fundamentos ideológicos que se proyectan unos y otros en la tradición jurídica romanista a través de las universidades medievales, del mos italicus y del usus modernus pandectarum.

La monografía expone detalladamente los orígenes, régimen de ejercicio y contexto social de la abogacía en Roma, la cual estaba íntimamente ligada al cultivo de las artes oratorias según unos patrones originariamente griegos. A. Agudo no se pierde en una exégesis crítica de textos jurídicos o literarios sino que aporta un punto de equilibrio entre historicismo y dogmática que permite una atenta lectura del libro tanto a romanistas como a juristas de otras disciplinas.

El primero de los cuatro capítulos de la monografía se titula «los estudios del abogado romano» (pp. 25-118) y en él aborda el carácter de la abogacía en Roma cuyos principales exponentes fueron Cicerón en la República y Quintiliano -nacido en Calahorra (La Rioja)- en el Principado.

En el proceso judicial de la época republicana y clásica la abogacía era desempeñada fundamentalmente, además de por otras figuras de asistentes de las partes como los patroni, advocati y causadici (pp. 140-141), por los llamados oratores que dominaban la retórica como técnica y arte de persuadir y convencer al juez a la hora de dictar sentencia. Dichos oratores actuaron originariamente de modo gratuito movidos por la pie-tas o lealtad hacia su patrocinado y se distinguían de los juristas propiamente dichos -los cuales pueden identificarse con lo que hoy se entiende por la doctrina jurídica- que fueron los artífices de la ciencia jurídica romana que además asesoraban gratuitamente a cualquier ciudadano y a los magistrados sobre cuestiones de derecho. Por otro lado, la importancia de la oratoria en aquel tiempo se comprende bien en el marco de la partid-Page 692pación de los ciudadanos en la vida pública (política y judicial) en el ámbito abierto de los foros y plazas de las ciudades latinas y griegas. Se entiende, por tanto, la excepcional importancia de la oratoria en aquellas ciudades-estado como instrumento casi indispensable para alcanzar las metas políticas, y en todo caso, la promoción social deseada.

  1. Agudo nos refiere a estos efectos la recepción en Roma de la retórica griega como ars persuadendi en el siglo II a.C, así como la entusiástica acogida que recibió de muchos jóvenes romanos y la reacción inicial de rechazo de la nobilitas senatorial que se manifestó en diversas prohibiciones emanadas del Senado y de diversos magistrados. No obstante, frente a esta postura de índole helenófobo, se fue abriendo paso la enseñanza de la retórica en el seno de numerosas familias aristocráticas a partir de la actitud abierta hacia las influencias griegas de P. Cornelio Escipión (siglo II a.C.) y de sus sucesores, siendo fundada la primera escuela latina de retorica en el año 93 a.C. Aunque estos estudios fueron aún temporalmente prohibidos pronto se generalizaron a través de diversas escuelas que se van creando a lo largo del último siglo de la República y en época del Principado.

Alfonso Agudo aborda en este capítulo...

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