Agresiones sexuales
Autor | José Ibáñez Peinado |
Páginas | 25-82 |
CAPITULO I
AGRESIONES SEXUALES
1. LA AGRESIÓN SEXUAL: INTRODUCCIÓN Y GENERALIDADES
Como suele suceder con frecuencia, la esencia humana complica en gran
manera nuestra más pura esencia animal. En los animales la conducta sexual
está dirigida por la duración del estro o celo, fuera del cual se muestran fríos o
indiferentes por los miembros del sexo contrario. En el ser humano esta conducta,
por su complejidad, está muy lejos de parecerse a la de los seres inferiores, y sin
entrar en defi niciones y explicaciones de tipo fi siológico o neurofi siológico, en
torno a la sexualidad, por todos conocidas, hemos de decir que aparte de este tipo
de factores genéticos, otros de tipo cultural, el aprendizaje, la sociedad misma, el
denominado erotismo y el propio instinto de base animal intervienen dándole a
este comportamiento una nueva dimensión.
No debemos tampoco olvidar el prestar atención a las teorías psicológicas que,
por una parte, establecen la diferencia entre los denominados comportamientos
normales y anormales o patológicos y, por otra, explican las disfunciones sexuales
y establecen sus tratamientos.
En el centro de estas teorías aparece, en primer lugar, el concepto de libido,
término que en latín signifi ca deseo, ganas. Freud, que declara haber tomado el
concepto de Albert Moll (conocido como el fundador de la moderna sexología),
reconoce que es difícil dar una defi nición satisfactoria de ella y le asigna tanto un
carácter cualitativo como cuantitativo al considerarla como la energía “substrato
PSICOLOGÍA E INVESTIGACIÓN CRIMINAL: LA DELINCUENCIA ESPECIAL
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de las transformaciones de la pulsión sexual en cuanto al objeto, en cuanto al fi n
y en cuanto a la fuente de excitación sexual”, defi niéndola como: “Libido es una
expresión tomada de la teoría de la afectividad. Llamamos así la energía consi-
derada como una magnitud cuantitativa (aunque actualmente no pueda medirse),
de las pulsiones que tienen relación con todo aquello que puede designarse con
la palabra amor”.
“En la teoría psicoanalítica la palabra sexualidad no designa solamente las
actividades y el placer dependientes del funcionamiento del aparato genital, sino
toda una serie de excitaciones y de actividades, existentes desde la infancia, que
producen un placer que no puede reducirse a la satisfacción de una necesidad
fi siológica fundamental (respiración, hambre, función excretora, etc.) y que se
encuentran también a título de componentes en la forma llamada normal del amor
sexual”.
La sexualidad humana, cuya historia se remonta al principio de los siglos, ha
sido analizada de forma empírica, entre otros, en los estudios de Master y Johnson y
los informes Kinsey, una de cuyas virtudes ha sido destruir gran cantidad de mitos,
tabúes, leyendas y falacias como la importancia del tamaño de los genitales en
relación con la función que desempeñan, la frecuencia de las actividades sexuales
o sus consecuencias sobre la salud física y mental de la persona. Otra ha sido el
dar pie al nacimiento del movimiento por la liberación sexual, etc., aportaciones
todas ellas de gran infl uencia socio-cultural.
Si bien procederemos posteriormente a profundizar mas en algunos temas,
como introducción y generalidades daremos unas pinceladas a la problemática de
las agresiones sexuales desde el punto de vista de los factores que la facilitan y la
difi cultan, de los actos que se cometen, modus operandi, actos, lesiones y medidas
de prevención.
Desde el punto de vista del agresor y, dependiendo de la personalidad de
cada uno, dando por supuesto una cierta “normalidad”, es decir, la ausencia de
enfermedades mentales, podemos hacer referencia a determinados factores que
incidirán en la conducta.
Estos factores pueden ser:
a) Aquellos que incitan o impulsan a la satisfacción sexual, son los denominados
factores motivacionales, estos son:
- El deseo sexual normal. Estamos de acuerdo con Freud, en que los dos
instintos más “potentes” del ser humano son el “eros” y el “tanatos”, el
instinto de vida y el instinto de muerte. Considero que el concepto de la
palabra “eros”, utilizada por Freud no puede ser, ni por asomo, el con-
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AGRESIONES SEXUALES
cepto actual de la palabra en su uso vulgar “erotismo” que en la mayoría
de los casos va unida a sexo, pornografía, etc. Dirigido al ser humano el
eros debe ser considerado como el instinto de la vida, de la conservación
de la especie que, en el ser humano, solo es posible a través de la unión
carnal del hombre y de la mujer (si dejamos fuera los avances médico-
científi cos de la reproducción asistida, artifi cial o in vitro), deseo que en el
ser humano no está regulado exclusivamente por los ciclos menstruales.
- Un deseo sexual inapropiado. Sin entrar a distinguir su incidencia o fre-
cuencia, en muchas ocasiones la satisfacción del deseo sexual depende
no del control personal, sino de problemas en la mayoría de las veces
provocados por trastornos psíquicos o fi siológicos. Trastornos que hacen
que estos deseos no puedan ser controlados, ni aún satisfechos con el
onanismo y que pueden desembocar en delirios eróticos. Son conocidos
también como adicción, dependencia al sexo o sexo compulsivo. Los
Manuales de enfermedades mentales (CIE-10 y DSN IV) los contem-
plan como impulso sexual excesivo o trastorno sexual no especifi cado,
respectivamente. Este comportamiento sexual compulsivo puede incluir
conductas parafílicas (por razón del objeto o sujeto sobre los que versan),
o no parafílicas. En el hombre se suele conocer como “donjuanismo” o
“satirismo” y en la mujer como ninfomanía.
- Necesidades afectivas son, en numerosas ocasiones, la base de un deseo
sexual.
- Confl ictos emocionales (dependencia, dominancia,…) que en numerosas
ocasiones inclinan al individuo a mantener un contacto sexual.
- Alteraciones de las estructuras cerebrales, como base de un deseo sexual
inapropiado.
b) Difi cultades de satisfacción normal del deseo sexual. En ocasiones, la
propia personalidad del individuo hace que las relaciones sexuales no puedan
enmarcarse dentro de un contacto normal entre personas adultas y con control de
sus impulsos. Algunas, como las que a continuación señalamos, pueden hacer que
estas relaciones se lleven a cabo de forma claramente inmersas en fi guras delictivas
por razón de los sujetos o por razón de la violencia en ellas ejercida. Entre otras
podemos encontrar:
- Débil coefi ciente intelectual.
- Personalidad poco atractiva.
- Débil afi rmación del yo.
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