La administración pública del presente ¿y la del futuro?

AutorAlberto Palomar Olmeda
CargoMagistrado (E.V.). Profesor titular (Acred) de Derecho Administrativo. Abogado. Socio Broseta Abogados u Sección doctrinal
Páginas8-10
Revista de Derecho Administrativo
8 #2 · abril 2020
EDITORIAL
LA AdMInIStRAcIón púbLIcA deL pReSente
¿y LA deL fUtURO?
Es probable que una situación como la pre-
sente no pudiera ser prevista ni siquiera
intuida. Hemos teorizado mucho sobre el
riesgo en la sociedad global o sobre el incre-
mento creciente de los riesgos, pero el paso
tan brusco que hemos dado del riesgo al si-
niestro no estaba previsto ni era previsible.
Esto es evidente.
Siendo esto razonable cabe plantearse si hu-
biera sido posible amortiguar el golpe o, por
decirlo, en otros términos, si hubiera sido
exigible ser más eficaces en la subvención de
la crisis.
Desde un punto de vista estructural cabe in-
dicar que son apreciables dos deficiencias en
el funcionamiento administrativo actual. De
un lado, el abandono evidente de la Adminis-
tración Pública. Sus políticas de profesiona-
lización, de organización, de responsabilidad,
de digitalización o, incluso, de reclutamiento
de su personal son políticas abandonadas en
los últimos tiempos. Primero la crisis econó-
mica, luego la política y ahora la sanitaria han
propiciado que a nadie le parezca importante
ni relevante dedicar su tiempo a la reforma y
reformulación de lo público. De alguna forma
se piensa que es algo interno, sin repercu-
sión externa y, desde muchos sectores, un
sector fuertemente improductivo que habría
que ir reduciendo paulatinamente para des-
cargar a los ciudadanos de su peso.
Esta forma de pensar se ha formulado, en
algunos casos, de forma explícita y, en otros,
simplemente de forma implícita o por mera
tolerancia. Esto ha generado una situación
de una Administración Pública escasamente
modernizada en su forma de actuación, muy
envejecida por las políticas de recorte en el
reclutamiento del personal y sin un esquema
claro ni evidente de actuación en un mundo
global y, profundamente, tecnológico.
La transformación es tan evidente y tan poco
pensada que la inercia es la tónica esencial
de su funcionamiento. Si pensamos en cla-
ve de la historia reciente no encontraremos
reformistas de lo público y, probablemente,
nos costaría señalar a alguno que, al menos,
lo intentara. Lo público tiene mala prensa y
su defensa ha quedado para los foros aca-
démicos, para la doctrina y para algún sector
ideológico que, ciertamente, tampoco ayuda
con su concepción nada moderna ni ajustada
a los tiempos.
De otro lado, en el marco de un Estado com-
puesto, las técnicas y la práctica diaria de las
técnicas de relación interadministrativa de-
jan mucho que desear, incluso, en elemen-
tos tan instrumentales como la información.
Tenemos muchas carencias relacionales
empezando por un sistema de tratamiento
común de la información para la formulación
de las respectivas políticas con el conoci-
miento de la situación. Si la información pasa
apuros, la coordinación y la cooperación no
son elementos que formen parte de nuestro
panorama. La politización angustiosa de los
órganos de colaboración y cooperación ge-
neran un panorama en el que cuesta encon-
trar elementos de racionalidad.
Pero este diagnóstico al que nos venimos re-
firiendo desde diversos mundos en los últi-
mos tiempos ha saltado hecho añicos en un
momento como el presente. De repente una
crisis como la actual –sin precedentes– nos
ha puesto insospechadamente ante el espe-

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