Acotaciones a las Sociedades Anónimas Laborales (SAL)

AutorJosé M. Piñol Aguadé.
Páginas307-338

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I Notas previas

Vino viejo en odres nuevos: El añejo fenómeno del asociacionismo de trabajadores para la producción, adoptando una de las instituciones esencialea del mundo capitalista, tal vez su más típico y sofisticado esquema, no deja de causar sorpresa aun en tiempos en los que aparecen anónimas públicas, benéficas y políticas. Presenciamos una nueva constatación de la fluida plasticidad de las instituciones, cuyos contornos, aparentemente rígidos, adquieren flexibilidad y ofrecen nuevos moldes ante el acontecer y las necesidades de la vida. La epopeya de la «Sociedad Anónima Laboral de Transportes Urbanos de Valencia», la SALTUV, como lo fue en su día la de Zúñiga, es otro de los cantares de gesta de un mundo duro, pero romántico. Y aunque el propósito inicial fuera un escueto examen desde la simple perspectiva jurídico-registral, es prácticamente imposible llevarlo a buen fin prescindiendo del colorido, relieve y sonoridad inherentes a los grandes poemas épicos.

Y es que, como dice Bayón 1 refiriéndose a las Cooperativas de Producción, con las que se hallan hermanadas con comunes raíces, encajarlas en el marco de la sociedad capitalista es algo tan extraño como pretender componer villancicos con metro alejandrino. Y sin embargo, la experiencia está a la vista, en plena y fecunda realización: uno de los instrumentos más efectivos del desarrollo industrial y tal vez el más precioso de los «útiles jurídicos» del mundo mercantil, al servicio del espíritu idealista, aunque incisivo y eficaz, de aquellos veteranos cooperativistas, inasequibles al desaliento, que con voluntad formidable y a costa de sacrificios a veces increíbles, y en otros emotivos, persiguen Page 308 incansables su en ocasiones mítico, pero siempre ilusionado, ideal de altruismo y hermandad.

Por ello, antes de entrar en el examen de los problemas jurídicos que plantean estas realidades socio-económicas, que significan el arrumbamiento de la hiperlógica conceptual, y de aplicar el álgebra jurídica propia de construcciones de perfiles consagrados a cristalizaciones diversas de aquellas para las que fueron diseñadas o programadas, estimamos procedente una reseña sucinta de antecedentes y características que permitirán señalar con precisión las piezas o dispositivos a retocar, perfeccionar o remodelar.

II Las cooperativas de producción

La prehistoria-la útil-se remonta a las primeras décadas del pasado siglo, en el que se crean múltiples asociaciones laborales como instrumento de lucha contra las inhumanas condiciones de vida provocadas por la transformación industrial y la ideología liberal-capitalista basada en aquella filosofía que significó el triunfo de la Revolución Francesa. La resistencia, reivindicación, defensa o auxilio son fines próximos de ellas que enlazan remotamente con los deseos de reordenación integral de la sociedad, en versiones más o menos realistas, o con la simple y difícil reestructuración del sistema económico, ya eliminando-el asalariado, ya propugnando el colectivismo o encaminándose a «terceras vías». Y entre las muchas aparecidas en esta constelación estelar, en la que resplandecen, persisten y se apagan tantas unidades, hallamos las asociaciones laborales encaminadas a la producción de bienes o prestación de servicios en ocasiones para los asociados, exclusivamente, y en otras para los terceros, aunque en beneficio exclusivo, o preponderante, de los aportantes del trabajo. Son las que regularmente han venido revistiendo la apariencia jurídica de Cooperativas de Producción.

El determinativo debe entenderse en su más amplio sentido, abarcando desde la producción y transformación agrícolas, las estrictamente fabriles, las explotadoras de servicios o concesiones administrativas y aun las del mar. El compendio incluye toda la gama de textiles, metalúrgicas, profesionales y hasta aquellas que tanto auge han alcanzado en el Japón, según Lluis y Navas 2: las de hilaturas de seda.

La versión de nuestro interés es la cooperativa estructurada para el ejercicio de la empresa, que no elimina al empresario, sino que lo sus-Page 309tituye, en frase de Valdés 3, diferenciándose claramente de aquellas otras en las que la producción es por y para los asociados. Aquéllas, por tanto, concurren en el mundo exterior con las empresas públicas, las mixtas y las privadas mercantiles, de carácter individual o social. Es diferente de ellas en cuanto a organización, pero su finalidad no es contrapuesta: el ánimo de lucro, aunque sea con fondo social. La cooperativa de tipo benéfico, pietista, de la que reiteradamente se ha dicho que acentuaba su ineficacia en proporción a su altruismo, no queda afectada por nuestro enfoque, aparte de ser pieza que empieza a pertenecer a la historia. En el tipo a que nos concretamos no sólo hay ánimo de lucro; tampoco se prescinde del capital y aun se estima su importancia. Más que un procedimiento para suplantar al capitalismo parece ser un medio para reformarlo y acaso reforzarlo, humanizándolo.

Si en una economía descentralizada-o liberal-capitalista-tales cooperativas desempeñan su papel de unidades de producción en plena competencia económica y combinando los factores de capital y trabajo, aunque se recargue el acento en el último, en otra centralizada, de tipo socialista, su actuación es perfectamente posible, aunque dentro de una autonomía más limitada y adaptándose su desenvolvimiento, normalmente, a los planes económicos y financieros trazados previamente por el Estado o la Administración, que no sólo interviene y controla intensamente, sino que en muchas ocasiones es el único cliente. El ejemplo de la ley polaca de cooperativas es no sólo citado corrientemente como ejemplar, sino altamente ilustrativo. Las cooperativas, como otros entes económicos o jurídicos, no pueden quedar al margen del sistema social o político en el que se hallan encuadradas.

Tales cooperativas, también llamadas «Industriales», tienen en España un dilatado historial a partir de 1840. A veces, erróneamente, se engloban bajo tal nomenclatura cooperativas industriales de empresarios exclusivamente, pero queda bien dilucidado que nuestro tema se ciñe a las de trabajadores. Los estudiosos muestran extraordinaria simpatía por ellas, pero no son pocos los que afirman que lo excepcional de sus felices resultados corrobora su escasa viabilidad como solución.

Lluis 4, Fernández y Fernández 5 y Broseta 6, que hacen Page 310 suyo tal criterio, vienen a recopilar sus ventajas e inconvenientes. Aquéllas están representadas por la asunción para los trabajadores del beneficio íntegro de la producción, en dividendo y plusvalía; la mejora del rendimiento del personal al asumir la condición de copropietario. Los últimos están constituidos por los constantes riesgos empresariales, las enormes dificultades de capitalización, la carencia del espíritu empresarial, en muchas ocasiones, por ser cualidad propia de personas físicas, y la indisciplina, fruto del exceso de democracia y escasa jerarquización.

La impresión general, no obstante, es que en determinados sectores sus resultados pueden ser sumamente satisfactorios. Valdés 7, y en ello coincide Broseta 8, dice que la funcionalidad del sector cooperativo se sitúa en las extremidades inicial y final del proceso de producción, mientras que el resto de la estructura viene dominada por los sectores capitalista y público, siendo un hecho objetivamente cierto que en el seno de una organización descentralizada el proceso de transformación de materias primas o de bienes de equipo exigen unos presupuestos que, normalmente, escapan del ámbito del mundo cooperativo. Pese a ello, en España tenemos cooperativas no sólo de considerable magnitud, sino en funcionamiento impresionante en los sectores metalúrgico, del vidrio, textil, de la construcción, etc.

III Las sociedades anónimas laborales

El Estado, en estos últimos lustros, se ha apropiado de la estructura de la sociedad anónima en busca de una administración independiente y más agilizada para determinados sectores económicos, y para ello ha prescindido de soluciones elaboradas en bibliotecas o laboratorios, siempre anémicas, tomando lo que ha estimado más apropiado de aquel instrumento del que se ha dicho que era invento superior al vapor o a la electricidad y al que se atribuye la prosperidad material de los tiempos modernos. Y, estando a su alcance, ha alterado la normativa, adaptándosela y desechando lo que no interesaba a su propósito, prescindiendo de toda clase de escrúpulos conceptuales y dogmáticos. Ha creado unas sociedades públicas, de lujo, unas máquinas ciclópeas que creen disponer de la experiencia favorable y la perfección ténica obtenida y adquirida en un prolongado periplo histórico.

Page 311Frente a ellas aparecen los Sociedades Anónimas Laborales, las SAL, de trabajadores y para trabajadores, que tienen que burlar el «ius cogens», en lo que no les cuadra, mediante recursos indirectos y artesanía de jurisperitos. Y sus soluciones van naciendo al compás de su desarrollo pues una cosa es el examen de una estructura estática y otra un dispositivo en funcionamiento, en el que se aprecian las deficiencias y se emiten los juicios con más rigor. Las adaptaciones, diseños o nuevas programaciones y otras alteraciones de un organismo, para obtener del mismo un resultado distinto de aquel para el que fue proyectado, requieren experiencia.

También estas sociedades buscan más amplios horizontes, capitalización, jerarquía y eficacia en un instrumento acreditado, pero ajeno. En contraste, según Girón 9, en Suiza se realiza la operación a...

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