El acoso moral

AutorGloria P. Rojas Rivero
Páginas45-116

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Con posterioridad al acoso sexual, aparece en el plano jurídico un fenómeno descrito ya en la práctica clínica, en estudios de psicología social, particularmente de psicología del trabajo95, con certeza y autonomía respecto de otros síndromes conocidos desde antiguo, que se conoce, en terminología anglosajona, como mobbing.

Estas conductas de violencia psicológica en los lugares de trabajo han entrado de lleno en el panorama laboral bajo la forma de numerosos estudios y de reciente doctrina judicial sobre el tema, donde las sanciones, basadas en normas genéricas, ante la ausencia de regulación específica, han ido aumentando96.

Las trabas e intrigas sistemáticas de una o varias personas contra otra se está convirtiendo en uno de los más graves problemas de las relaciones laborales en la actualidad, ya que todos los estudios realizados demuestran que los costes, personales y materiales que se generan, son muy elevados.

Se ha puesto de relieve que la necesaria comprensión del fenómeno está por lo general mal planteada97, y es cierto que, por un lado, la dimensión estadís-

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tica varía sustancialmente en atención a los datos que se manejen, pudiendo existir el peligro de que un fenómeno que es a todas luces real "se trivialice de tal manera que acabe por resultar irrelevante", bien "por saturación o abuso"98, bien por incredulidad o subestimación de su alcance efectivo, bien por incomprensión del mismo ante el cariz moralista y personalista -intimista- que adquiere en algunos trabajos. Y, por otro, se plantea el problema del doble análisis, el puramente cognoscitivo y el jurídico99.

La preocupación comunitaria por el acoso moral es posterior a la del acoso sexual, siendo la primera norma adoptada en la materia la Resolución del Parlamento Europeo 2001, de 20 de septiembre (2001/2339 -INI-)100, sobre el acoso moral en el lugar de trabajo. En dicha Resolución, los apartados D) y E) señalan cómo el acoso se produce en trabajos específicos (de mucha tensión, precarios, menos estables, etc.) en donde las mujeres están mayoritariamente presentes.

El hostigamiento laboral existe desde que unas personas trabajan para otras, pero como fenómeno social típico hay que vincularlo al creciente aumento del sector servicios y a la generalización de nuevas formas de organizar el trabajo que están fomentando que los trabajadores estén sometidos a constantes y cada vez más complejas relaciones interpersonales. Unas relaciones socioprofesionales en las que priman valores como la competitividad y el afán de promoción profesional, objetivos lícitos en sí mismos, pero que en determinadas circunstancias y ambientes degeneran en auténticos comportamientos patológicos que llevan a ciertos trabajadores a plantearse como tarea cotidiana la eliminación de los "obstáculos" humanos que se cruzan en su camino por considerar que ponen en peligro sus posibilidades de ascenso o el mantenimiento del status quo laboral de que disfrutan en el seno de la organización101.

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Un simple repaso a algunas lecciones de historia del movimiento obrero revelan, de forma inequívoca, cómo las conductas violentas en el trabajo constituyen una realidad tan vieja como el trabajo asalariado -en general como el trabajo mismo, sin adjetivos-, su análisis como patología no sólo laboral sino social, en el tipo característico del acoso moral u hostigamiento psicológico, no tiene lugar en Europa, principalmente en los países anglosajones y en los nórdicos, ni en EEUU hasta la década de los años 90. Esto permite afirmar que pese a que el mobbing en absoluto es algo nuevo, sí lo es el enfoque que hoy se le asigna y la atención que se le presta, tan recientes102.

Desde el punto de vista cuantitativo las cifras alcanzan un porcentaje de la tasa de población asalariada (razón estadística) lo suficientemente elevada como para inquietarse intelectualmente y promover, desde las diferentes instancias, una acción social e institucional de lucha para tratar de erradicar, o cuando menos corregir, esta patología de los ambientes de trabajo103.

Se estima que más del 10% de la población asalariada en España padece prácticas empresariales persecutorias y degradantes (millón y medio de trabajadores), por encima de la media europea, que se sitúa en el 9%, unos 13 millones de personas, según la Tercera Encuesta Europea sobre Condiciones de Trabajo 2000, realizada por la OIT, de los que el mayor índice se logra en el sector servicios (14% en Administración Pública y 13% en hoteles/restaurantes y 12% en otros servicios). Por sexos, las mujeres obtienen un 10% frente al 8% de los hombres104.

Un Dictamen del Comité Económico y Social francés adoptado en 2001 considera que la mayoría de las víctimas son mujeres de más de cuarenta años, lo que además plantea el problema añadido de tratarse de una fase avanzada de su vida laboral. Según la doctora, psiquiatra y victimóloga francesa, M.F. Hirigoyen, el fenómeno afecta a un 70% de mujeres en comparación con

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un 30% de hombres, siendo las mujeres más afectadas las pertenecientes a minorías raciales, las discapactadas, las mujeres con una orientación sexual diferente y las embarazadas105. Sin embargo, el profesor Iñaki Piñuel señala que el resultado de su estudio determina la existencia de un ligero predominio de hombres como víctimas (aunque el problema afecta al colectivo femenino igualmente, dice)106.

Pero es que Hirigoyen señala que las mujeres no sólo son víctimas con mayor frecuencia que los hombres, sino que se las acosa de manera diferente a éstos, ya que frecuentemente el acoso moral tiene connotaciones sexistas o machistas107.

Y es que, desde el punto de vista cualitativo, el concepto plantea dificultades, pues el acoso moral no se configura precisamente como un comportamiento homogéneo, sino como un conjunto de conductas tremendamente heterogéneas, difíciles de reconducir a un único tipo, de ahí que normalmente, los estudios existentes acudan a formulaciones de carácter ejemplificativo.

También hay que señalar que produce confusión pretender estudiar este fenómeno desde planteamientos diferentes al acoso moral, tales como entender que estamos ante un fenómeno propio del ámbito de la discriminación o que aparezca mezclado con el acoso sexual.

4.1. Concepto
A El origen del concepto

No basta con saber que en el ámbito laboral se producen situaciones de enfrentamiento, desagradables, que a veces terminan con consecuencias terribles para los implicados; es necesario precisar qué conductas constituyen mobbing, y cuáles no, y sobre todo es vital que con ello deje "todo el mundo" de sentirse frívolamente víctima del mobbing; en resumen, es necesario conceptuar este problema, lo que evitará el riesgo actual de su banalización108.

El concepto de mobbing posee un sustrato ético que se refiere a la falta de consideración de la dignidad del trabajador como un elemento relevante o sustancial de la relación laboral109.

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La violencia psicológica se manifiesta a través de la repetición de un tipo de conducta que, por sí misma, puede tener poca importancia, pero que con la repetición puede convertirse en un asunto muy serio, como sucede con la intimidación y el acoso psicológico. La intimidación suele definirse como un subconjunto dentro de la conducta agresiva que se produce mediante la repetición de la agresión, durante un período de tiempo prolongado, y en la que existe un desequilibrio de poder tal que la víctima tiene dificultades para defenderse (Cowie). La clave está, a diferencia de otras formas de violencia en el lugar de trabajo, en la frecuencia y en la duración del acto, más que en la gravedad de las conductas individuales110.

Las conductas de acoso en el trabajo han sido objeto de estudio científico sistemático a partir de las investigaciones del psiquiatra alemán afincado en Suecia Heinz Leymann quien, en 1984, empleó el término mobbing para designar, en sentido estricto, la existencia de una situación de "terror psicológico en el trabajo, que implica una comunicación hostil y amoral, dirigida de manera sistemática por una o varias personas, casi siempre contra una persona que se siente acorralada en una posición débil y a la defensiva"111.

Sin embargo, el término mobbing debe su actual divulgación en el mundo laboral a un investigador del mundo animal, fundador de la etología a finales de los años 60, Konrad Lorenz, que lo utilizó por primera vez para referirse al ataque de un grupo de animales pequeños gregarios acosando a un animal solitario mayor, llevándolo a veces hasta la muerte, siendo el mobbing, en su significado original más simple, el ataque de una coalición de miembros débiles de una misma especie contra un individuo más fuerte al que, por motivos diversos, lo ataca y lo excluye de la comunidad. Más tarde, un médico sueco interesado en el comportamiento social infantil fuera del aula, tomó prestado de Lorenz el término para identificar un comportamiento altamente destructivo de pequeñas pandillas de niños, dirigido en la mayoría de los casos, contra un único niño (Heinemann, 1972). La actual investigación de este tipo de...

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