Accesibilidad en televisión para personas ciegas

AutorMercedes Hernández Navarro
Cargo del AutorJefe del Departamento de Recursos Culturales de la Once
Páginas163-174

Antes de considerar en qué aspectos la televisión puede ser más o menos accesible para las personas ciegas y deficientes visuales, parece conveniente reparar en el papel que actualmente están desempeñando los medios de comunicación en general y, por supuesto, la televisión. En los países económicamente desarrollados vivimos inmersos en la "sociedad de la información", en la que los medios de comunicación han alcanzado una gran importancia por sí mismos. No son sólo vehículos de transmisión de contenidos, sino que representan todo tipo de valores estéticos, culturales, económicos, etc., lo que hace que cualquiera que pretenda estar integrado en esta sociedad, no sólo ha de conocer qué pasa, sino quiénes lo cuentan, y cómo lo cuentan. Por ello es preciso que todos los individuos interesados puedan acceder normalmente a los medios de comunicación. Éstos crean una serie de códigos sociales que todos tenemos derecho a conocer. En este sentido, es evidente que las personas con discapacidades sensoriales somos las más afectadas por los problemas de accesibilidad. Aunque es cierto que, salvo en los casos más graves y extremos, siempre es posible mantenerse informado a través de uno u otro medio, esto no es en absoluto suficiente, y lo será cada vez menos por la tendencia imparable a la creación de plataformas de comunicación que unificarán información y servicios mediante la televisión digital.

Tras este breve planteamiento, vamos a precisar qué es lo que consideramos como televisión accesible para personas ciegas y deficientes visuales. Hasta el momento, en el caso de la televisión analógica, su accesibilidad o, mejor dicho, su "inaccesibilidad", viene dada por lo que de visual tiene este medio de comunicación, y nada más. Es decir, el acceso a los televisores, su manejo, por lo general no plantea grandes problemas, son los contenidos que sólo se manifiestan mediante imágenes visuales los que, obviamente, quedan fuera de nuestro alcance. La solución a este problema pasa por la aplicación a parte de los contenidos y de la programación de un sistema denominado audiodescripción, del que hablaremos más adelante.Page 164

Con la televisión digital surge un nuevo problema añadido al anterior: la inaccesibilidad de los aparatos y de los menús interactivos que aparecen en pantalla. Es decir, con la llegada de la televisión digital, además de que se seguiría precisando informar sobre los contenidos visuales de parte de la programación, es fundamental que el acceso a los nuevos receptores, al manejo de sus menús interactivos sea posible, sin ello, cualquier otra medida carece de sentido, como ya se ha venido manifestando en diversos encuentros, como el taller "Broadcasting for all" (Sevilla, junio 2002), el curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo "Las personas con discapacidad y los medios de comunicación" (Santander, septiembre 2002) y, más recientemente en el congreso titulado "La innovación, la tecnología y el diseño para todos: La participación activa de las personas con discapacidad" (Lérida, septiembre 2003). Además, en éstas y otras ocasiones, se ha hecho constar que existen los medios técnicos para resolver los problemas de accesibilidad, pero, hasta el momento, dependemos en gran medida de la disposición de los agentes implicados, lo que realmente no garantiza en absoluto que vayan a tomarse a tiempo las medidas oportunas.

Pues bien, ya hemos visto que existen dos problemas principales: el acceso a los elementos visuales de la programación, compartido por los sistemas analógico y digital, y el acceso a los receptores digitales y a sus menús interactivos. Para el primero, desde hace ya varios años existe lo que se ha dado en llamar audio- descripción que, hasta el momento se trata del sistema que con mayor eficacia se ha incorporado a los medios audiovisuales en general. Éste consiste en proporcionar una información sonora suplementaria acerca de las situaciones, vestuario, escenarios y todos aquellos datos que resulten relevantes para la comprensión y que sólo aparezcan de manera visual. Para ello es preciso estudiar previamente el programa o película que vaya a audiodescribirse, con el fin de realizar un guión con la información que hay que insertar en los espacios en blanco que permita la acción, sin interferir en la banda sonora original. Posteriormente se graba en una de las bandas del master, y, actualmente en la televisión analógica, se recibe a través del dual, tal como sucede con los programas y películas que se ofrecen en más de una versión idiomática. En otros países, como Reino Unido y EE.UU., se recurre a dispositivos especiales, que tienen el inconveniente de suponer un gasto extra al espectador, pero que permiten que la recepción de la información sonora suplementaria sea individual, sin interferir a los posibles espectadores que también estén presentes y que no la precisen.

Haciendo un poco de historia, recordemos que la primera formulación de la audiodescripción, tal como hoy la entendemos, la realizó en 1975 Gregory Frazier en su tesis "Master of Arts" presentada en la Universidad de San Francisco. Pero no logró verdadera repercusión hasta la obtención de un Premio Emmy por su trabajo en este campo y, sobre todo, hasta su encuentro en 1987 con AugustPage 165 Coppola, que respaldó el proyecto de manera activa. Desde entonces la audiodescripción se expandió por Norteamérica, así como por Europa y Japón.

En concreto, la aplicación de este sistema a la televisión ya tiene bastantes años de rodaje en EEUU, donde inmediatamente se empezaron a realizar experiencias interesantes a mediados de los ochenta. Como vemos en el informe que publicó Cronin en 1990, poner a punto el Descriptive Video Service llevó unos cinco años de investigación. Este servicio proporcionaba descripciones narradas, sin interferir sonidos ni diálogos originales, de ciertos elementos visuales esenciales para seguir el desarrollo de determinados programas de televisión. Posteriormente, en 1991, el canal de televisión norteamericano Narrative Television Network presentaba también emisiones audiodescritas.

En 1992 surge el Proyecto AUDETEL, iniciativa británica que se ocupó de investigar los aspectos tecnológicos necesarios para incorporar la audiodescripción a las emisiones, todo ello coordinado desde el Royal National Institute for the Blind por el experto Marcus Weisen. Una vez implantado el sistema, la revista "British Journal of Visual Impairment" publicó en 1996 un estudio de Bridget Pettitt y Katherine Sharpe, en el que se comentaban los resultados de una encuesta sobre el sistema AUDETEL, que el RNIB pasó a sus afiliados en 1994.

Más recientemente, en 2001, se ha publicado el resultado de un estudio realizado en EE.UU. por Schmeidler y Kirchner, en el que se valoraba concretamente la utilidad del sistema en programas de televisión de divulgación científica. El trabajo consistió en analizar detalladamente, con métodos cuantitativos, las opiniones y actitudes de ciento once telespectadores ciegos, divididos en distintos grupos, que vieron documentales de National Geographic con y sin audiodescripción. Los resultados muestran dos conclusiones básicas: una, que absolutamente todos los telespectadores adquirieron y retuvieron más información esencial cuando los programas tenían audiodescripción. Y la otra, que la audiodescripción resultaba más útil cuanto más reducida era la narración original de los programas (también, naturalmente, para los espectadores videntes).

En España, la ONCE también comenzó a experimentar en este campo durante los años ochenta con un proyecto que se denominó Sonocine y que, posteriormente, continuó su desarrollo de forma independiente con gran éxito en la televisión andaluza. En 1993 la ONCE continuó con el proyecto, pero esta vez más enfocado hacia el teatro. Contactó con el Teatro Nacional Chaillot, de París, que llevaba años aplicándola a sus montajes. De este contacto surgió un equipo propio que, como primera experiencia, llevó a cabo la adaptación de la Muestra Estatal de Teatro ONCE, realizada en Sevilla en enero de 1994. Ese mismo año la ONCE registró este proceso como sistema "Audesc" que, desde entonces, se aplica en nuestro país...

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