Por qué los Abogados son infelices

AutorMartin E.P. Seligman/Paul R. Verkuil/Terry H. Kang
CargoCátedra Robert A. Fox de Psicología. Universidad de Pensilvania/Catedrático, Benjamin N. Cardozo School of Law/Ayudante del Profesor SELIGMAN
Páginas243-267

Por qué los Abogados son infelices1

    Este artículo ha sido compartido entre prácticos y académicos. Surge de los seminarios universitarios celebrados en la Benjamin N. Cardozo School of Law en otoño de 1999, que contaron con la participación de socios de algunas de las firmas de abogados más importantes de Nueva York, y en primavera de 2001, así como de un encuentro de la delegación de Nueva York de la American Bar Foundation en la primavera de 2000. La Teoría de la psicología positiva generó la discusión. Estamos muy agradecidos a Harvey DALE, Peter GOODRICH y Judith RODIN por sus indicaciones y sugerencias. Algunas partes de este artículo serán reproducidas en el libro de Martin P. SELIGMAN Positive psicholigy: the science of happiness and virtue (de próxima aparición, 2002).


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Ser feliz, temo que la felicidad no esté en mi camino. Quizá los días felices que Roosevelt promete vendrán a mí junto con otros, pero temo que todo elPage 244 problema esté en el lugar que me fue dado al nacer, y hasta donde yo sé, no hay acto mágico del Congreso que pueda modificar eso.3

Introducción

Recientemente se ha prestado mucha atención a la desilusión que existe entre los abogados. El Colegio de abogados de Nueva York, líder entre las agrupaciones de abogados, se ha fijado en la "calidad de vida" de los abogados (especialmente de los asociados más jóvenes). El Informe de La Comisión analiza la "infelicidad" entre los jóvenes abogados y mide el impacto de ésta. Las implicaciones y costes de esta infelicidad son significativos, ya que muchos abogados brillantes crecen desilusionados y cínicos, lo cual reduce sus oportunidades profesionales. Colegiados desilusionados no consiguen desarrollar todo su potencial, con un coste para ellos, sus despachos, sus clientes e incluso para sus familias. Inevitablemente muchos abogados dejan sus despachos, algunos incluso la práctica de la abogacía prematuramente, provocando indeseables reemplazos y la pérdida de talento en la profesión.4

En este ensayo sugerimos que mucha de la infelicidad de los abogados puede ser eliminada. Ésta aparece por tres causas: (1) los abogados son seleccionados por su pesimismo (o "prudencia") y éste se extiende al resto de sus vidas; (2) los jóvenes colegiados desempeñan cargos que se caracterizan por su alta presión y su escaso poder de decisión, justo las condiciones que provocan problemas de salud y baja autoestima; y (3) el Derecho americano es una especie de "juego de suma cero" y este tipo de juegos hacen que afloren emociones negativas. Somos conscientes de que mientras las dos primeras causas tienen soluciones ampliamente documentadas, la tercera, la naturaleza de "juego de suma cero" del Derecho, puede ser un aspecto inherente a la profesión; pero incluso en este caso podemos proponer mejoras prometedoras.

La expresión "calidad de vida" invita a una aproximación a cómo el Derecho y la profesión jurídica han de ser afrontados en el futuro. No hay muchas dudas acerca de que el ejercicio disfuncional de la profesión tendrá efectos negativos sobre el propio Derecho, lo que ha llevado a proponer variadas soluciones para atacar el "mal" que afecta a la profesión. Pero estas medidas tienden a ser "calmantes" propuestos desde dentro. A nosotros nos gustaríaPage 245 ofrecer una nueva perspectiva. Creemos que la psicología tiene la capacidad explicativa necesaria para ayudar a los abogados en esta coyuntura.

La infelicidad y el descontento de los abogados están bien documentados5 y son por todos lamentados6. En la medida en que los abogados ejercen una "profesión pública"7, sus disfunciones implican costes tanto sociales como personales. La creación del propio Derecho está en íntima relación con la salud de los jueces, abogados, legisladores y académicos. Sin embargo, los remedios para los padecimientos de los abogados y para los "males" de la profesión son difíciles de identificar. Los intentos por parte de los colegios de abogados, incluso de los más relevantes, como el de Nueva York, para señalar los problemas parecen movidos más por inquietudes de los propios colegios que por un verdadero interés - guiados más por razones de imagen pública y de intereses económicos que por un estudio objetivo.8

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Nuestra creencia es que el nuevo campo de la "psicología positiva"9 (que pretende potenciar las cualidades humanas en vez de centrarse en las debilidades), ofrece estrategias válidas para reducir la infelicidad10, y que se pueden adaptar al ámbito legal, especialmente a los grandes despachos de abogados. Nuestro objetivo es extender el debate y reclutar apoyo para promover cambios fundamentales (y a la vez prácticos) en la comunidad jurídica. Este trabajo expondrá una serie de descubrimientos derivados del estudio del tema del optimismo en general, a fin de incentivar la búsqueda en nuevas direcciones y ofrecer sugerencias para próximos análisis e investigaciones.

La naturaleza de la profesión legal, sin embargo, complica nuestra misión. Una de las claves para combatir la desmoralización es la eliminación de las "situaciones de suma cero". En el Derecho, estas situaciones parecen inevitables; se localizan en el núcleo mismo de nuestro modelo de juicio contradictorio11. Si aceptamos que este modelo encarna valores sociales esenciales, sustituirlo puede que no sea lo más acertado. En ese caso, parte de la infelicidad de los abogados puede ser inevitable si queremos conseguir avances sociales. Esto muestra la irónica posibilidad de que los abogados sólo puedan ser más felices provocando costes sociales. Igualmente puede ser éste el motivo por el que los abogados son conocidos por sus personalidades saturninas12. Parafraseando al Juez CARDOZO, citado arriba13, la felicidad puede no estar en el ca-Page 247mino de un abogado de éxito. Nuestras soluciones deben tener presente la conexión entre los logros del sistema legal y la naturaleza de los que en él actúan. Más aún desde que las investigaciones sugieren que los estudiantes se inclinan hacia el estudio del Derecho por sus tendencias pesimistas14, tenemos que lograr una buena explicación del atractivo de éste para ciertas personalidades.

A pesar de la dificultades, creemos que se pueden dar pasos para mejorar la vida de los abogados. Más aún, incluso asumiendo que el pesimismo de los abogados cumple una finalidad social, el reconocimiento de este hecho puede facilitar una comprensión más profunda por parte de los abogados de su papel en la sociedad. Incluso, un ejercicio de introspección puede ayudar a mejorar la calidad de vida de un abogado.

I Definiendo el problema de la infelicidad

Los prácticos se han ido dando cuenta paulatinamente de que el Derecho es una profesión en crisis15 y la crisis de que hablan deriva del creciente descontento entre los abogados de mayor talento16. La oscura corriente de descontento no puede ser ignorada o escondida por medio del recurso al chiste en voz baja, a menudo practicado por los abogados sobre sí mismos. En una encuesta realizada en 1992, el 52% se describieron a sí mismos como insatisfechos17 y muchos se están retirando anticipadamente y dejando la profesión.

En muchos casos el problema no es económico. Los asociados de los grandes despachos pueden ganar (con complementos) hasta doscientos milPage 248 dólares en su primer año de ejercicio18. En los últimos años los abogados han superado a los médicos como los profesionales mejor pagados19. Pero el reconocimiento económico puede ser un síntoma del problema. El reciente incremento salarial en los grandes despachos está parcialmente causado por la insatisfacción de los abogados. Los eufemísticos "complementos por permanencia" se establecen para garantizar que los jóvenes asociados continúen en su puesto durante dos o tres años. Combatir este deseo de abandonar pronto se cuenta entre una de las mayores prioridades de los despachos de abogados, en la medida en que sólo a largo plazo pueden recuperar la inversión en formación de los jóvenes abogados20.

Además de estar desencantados, los abogados disfrutan de "muy mala salud"21. Tienen un índice de riesgo mucho mayor al del resto de la población a la hora de padecer depresiones, infartos, alcoholismo y adicción a las drogas. Por ejemplo, investigadores de la Universidad Johns Hopkins encontraron un índice desproporcionadamente mayor de desórdenes depresivos graves ("MDD")Page 249 en tres de las ciento cuatro profesiones estudiadas22. Ordenados los datos atendiendo a factores sociológicos, los abogados se situaron a la cabeza de la lista, con un riesgo de sufrir depresiones 3.6 veces mayor que un empleado medio23. Los investigadores apuntaron la posibilidad de que el ambiente de trabajo en las profesiones "de riesgo" fuese causa de depresión. Más aún, apuntaron que los abogados y secretarias - dos de los tres mayores colectivos de riesgo- tienen poca autonomía y control, un factor que se ha asociado a la depresión24. Estos estudios confirman la hipótesis de que la infelicidad de los abogados puede desembocar en serios problemas sociales y de salud, lo que supone una amenaza para el ejercicio de la profesión.

Abogados infelices no sólo suponen una carga para sus familias. En la medida en que prestan un servicio público pueden también perjudicar a sus clientes con una asistencia defectuosa25. Infelicidad y depresión están íntimamente...

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