Presentación

AutorJosé Bonet Navarro
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Procesal, Universitat de València
Páginas15-19

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El título de la presente obra no debe crear falsas expectativas ni conducir al error. Lejos de pretenderse elogiar o hacer apología a favor de una justicia alternativa a la jurisdicción y de paz, sus postulados son absolutamente asépticos en este punto no obstante la actual tendencia manifiestamente favorable a la llamada “cultura” basada en la convivencia pacífica y en la solución basada en la voluntad de las partes frente a la justicia considerada “formal”.

Lo ideal sería no generar conflictos o, como evidenciaba Platón en su República1, “es infinitamente más conveniente y más bello conducirse de manera que no haya necesidad de acudir a un juez soñoliento”. Y si no hay más remedio, una vez generados, lo idóneo es que seamos capaces de ponerles fin por nosotros mismos, sin necesidad de la intervención de terceros que nos impongan forzosamente su solución. De este modo, la prudencia de un lado y la libertad individual por otro regirían como valores preponderantes en la vida social.

Partiendo de esta inicial apreciación, en la práctica totalidad de los trabajos en los que se aborda el estudio de las soluciones alternativas a la jurisdicción se afirma, como idea preconcebida, presupuesto indubitado y realidad casi inmutable, que estas ofrecen unos resultados más convenientes en aspectos como el coste económico, la participación de las partes, la rapidez procedi-mental y hasta se llega a sostener una conveniencia general y genérica sin terminar de concretar en qué. Igualmente, es habitual destacar que permite el control por las partes en el resultado, sin riesgos a una decisión de todo o nada. Correlativamente suele destacarse, con mayor o menor dosis argumentativa y

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fundamento, en ocasiones en mi opinión más bien fruto de meras intuiciones o disquisiciones lógicas descontextualizadas, la incapacidad de la jurisdicción para resolver eficazmente determinados asuntos o materias, al resultar inoperante o inadecuada por razones muchas veces sociológicas. Igualmente suele ponerse de manifiesto la “crisis” que padece el proceso como instrumento en que jueces y magistrados ejercen jurisdicción en su finalidad para ser vía pacífica, por su afirmada intrínseca lentitud, onerosidad y la consecuente desconfianza fruto del descrédito que todo ello genera.

Esta casi apocalíptica situación, tal y como se presenta, posiblemente tenga alguna correspondencia parcial con la realidad. Sin embargo, si es cierto que en alguna medida la...

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