Prólogo

AutorManuel Arenilla Sáez
Cargo del AutorDirector del Instituto Nacional de Administración Pública, INAP
Páginas11-12
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En estos tiempos nos preguntamos con cierta frecuencia por el futuro, como
si fuera algo por descubrir, cuando la realidad es que el futuro lo vamos cons-
truyendo entre todos día a día. En los momentos actuales de crisis económica,
financiera, político-institucional, internacional y socio-cultural, está más justi-
ficado que los empleados públicos y, en general, los ciudadanos se pregunten
sobre su futuro y sobre el modo de superar esta situación. Si adoptamos la
perspectiva de la Administración pública, es razonable reflexionar sobre el
mantenimiento de la validez de los principios en los que ha basado su actuación
en las últimas décadas, preguntarse si aquellos no forman parte, en alguna me-
dida, de las causas de la actual situación, y pensar sobre la Administración del
futuro y sus fundamentos.
Los principales problemas que afronta la Administración no son únicamente
de gestión ni eficiencia, sino que se sitúan en los objetivos para satisfacer las
necesidades de los ciudadanos, donde estos y la Administración no comparten
el mismo punto de vista. Ambos elementos son centrales a la hora de plantear
una tesis para la reforma. De la misma manera no se puede dejar de lado aspec-
tos como la pérdida de legitimidad política o la ausencia de indicadores de
medida adecuados que permitan la rendición de cuentas y posibiliten el derecho
al buen gobierno y la buena administración; tampoco se puede perder de vista
que lo nuevo se construye ahora: es necesario general cambios sociales, cultu-
rales y estructurales.
La nueva Administración debe orientarse al logro efectivo de sus fines, que
pueden resumirse en mejorar de la sociedad; evitar las brechas sociales, por lo
que debe desarrollar políticas de cohesión social; dirigirse a los más vulnera-
bles y al bien común; activar a los ciudadanos en la vida de la comunidad, con
el fin de lograr una democracia avanzada; ser éticamente ejemplar; favorecer el
conocimiento político y social; basar su actuación en la transparencia; rendir
cuentas de su actividad; someterse a evaluación periódicamente, e implantar la
responsabilidad institucional e individual.
Los empleados públicos tienen un papel central en la salida de la crisis en-
tendido desde la perspectiva de la capacidad para reunir talento, manejar redes
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