Introducción
Autor | Drª. Carmen Requejo Conde |
Páginas | 17-22 |
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De todos los delitos contra la seguridad vial, la conducción sin permiso ha sido de las infracciones más cometidas desde su entrada en vigor en 2008, sobre todo en zonas urbanas y entre jóvenes. La falta de experiencia en la conducción, el exceso de confianza en el control del vehículo, o una mayor necesidad de autoafirmación y exhibicionismo han sido sus principales causas1. Pero también otras, como defectos de socialización o escasa concienciación social, en ocasiones impaciencia hasta conseguir el
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permiso intentando ejercitar el aprendizaje, o incluso la absoluta irresponsabilidad o conducta maliciosa. A ello se añade la velocidad, la distracción, y la simultaneidad de actividades en la conducción como causas más frecuentes de la siniestralidad vial.
A nivel mundial los datos son igualmente reveladores. La siniestralidad vial se ha calificado de «verdadera pandemia» o de «epidemia silenciosa de la juventud», con cifras de más de un millón de muertos y cincuenta millones de heridos, primera causa en menores de treinta años y próxima tercera causa de muerte en 20202.
Conducción y vehículo son asimismo ideas ligadas al progreso social, símbolos de poder económico y de ocio, de actividad lúdica o de necesidad para la movilidad espacial. Según Datos de la Dirección General de Tráfico, cada año emergen nuevos conductores, vehículos y autoescuelas: en 2011 se concedieron más de 690.000 nuevos permisos, en su mayoría de la clase B, y más de 20.000 del nuevo permiso AM para ciclomotores, siendo más de 70.000 permisos y licencias canjeados. Además llegaron a matricularse más de un millón de nuevos vehículos con placa ordinaria. Como dato significativo conviene advertir la aparición cada vez más frecuente de Escuelas dedicadas a la enseñanza del vehículo, que no ha ido paralela a una necesaria cultura de la prevención, que debería empezar en la escuela
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en edades especialmente receptivas a la educación y al afianzamiento de conceptos básicos, para ir adquiriendo progresivamente conocimientos y habilidades en educación vial, dentro de un proceso continuo y global de información, educación, formación y con ello de paulatina concienciación, primero como peatón y ciclista, y posteriormente como conductor3.
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Los mal llamados en ocasiones «accidentes» de tráfico»4ocupan más del cincuenta por ciento de las diligencias abiertas en los Juzgados españoles. Ello ha llevado a un cada vez mayor intervencionismo jurídico, no sólo civil o administrativo sino también penal y comunitario, y a una creciente especialización de cuerpos jurídicos, Policía Judicial de Tráfico, Fiscalías de Seguridad vial, Fiscales delegados, Fiscales de Sala Coordinadores, Unidades Operativas como la del Grupo de Investigación de la Agrupación de Tráfico (GIAT), etc.
La conducción sin permiso ha sido una de las modalidades delictivas que más ha evolucionado. No sólo en conceptos como vía pública, vehículo a motor, o permisos y licencias de conducción, sino en las propias conductas típicas. Frente al resto de modalidades contra la seguridad vial que han...
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