Los árbitros

AutorEsteban Hernández Galván
Páginas23-29

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De todos es conocido que en todos los deportes es imprescindible la presencia de los arbitros y jueces deportivos para poder celebrar las competiciones, y que su misión es la de velar por el fiel cumplimiento de las normas que regulan el deporte donde actúen.

El fútbol que nosotros conocemos adquiere su importancia y forma actual a partir del siglo XVIII, en las Islas Británicas.

En 1845 se codifican las llamadas Reglas de Cambridge.

En 1863, se constituye en Londres, la English Football Associadres, primera entidad del fútbol que codificaba las Reglas de Juego.

En 1876 se crea en Londres la International Football Asociation Board, que modifica y amplía el Reglamento.

En 1904 se constituye la F.I.F.A., intervienen España, Francia, Suecia, Suiza, Bélgica, Dinamarca y Holanda.

En 1908 se funda la Real Federación Española de Fútbol.

En 1882 en Manchester, se realiza la codificación definitiva de Las Reglas de Juego.

En 1938 Las Reglas de Juego se refunden y se fijan en 17.

Ahora bien, estas Reglas deben ser aplicadas con sentido común. Por eso yo me hago eco de lo que otros comentan, ya que el sentido común de la aplicación de las reglas podría ser la aplicación de la regla 18.

El fútbol que se practicaba en el siglo XIX, tenía diferentes planteamientos tácticos y la preparación de los participantes era muy diferente a nuestros días.

En la actualidad, los deportistas se someten a sofisticados sistemas de entrenamiento y concentración, se les exige mucho más, por eso el arbitro de hoy es en cuanto a su preparación diferente.

Los arbitros siempre se han equivocado, y se seguirán equivocando. Primero, porque son humanos, y como tales están sometidos al error. Segundo, se equivocan porque toman decisiones. Los que no toman decisiones no se equivocan nunca.

Un factor decisivo en el mayor número de errores está en que el fútbol es un deporte de acción, que se juega a gran ritmo y en el que se producen múltiples contactos. Las de-

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cisiones hay que tomarlas en tiempo real y no podemos ir mas allá de emitir un veredicto en segundos, de ahí, que en nuestras señalizaciones se puedan producir errores.

El Reglamento, en muchos de sus apartados dice y aclara la norma, según el criterio del arbitro. Esto hace que para una misma jugada se puedan establecer diferentes soluciones según el criterio que se aplique; por ejemplo si hay o no intencionalidad cuando el balón toca en la mano de un jugador, el criterio está unificado, porque todos saben que tocar el balón con la mano es falta pero siempre que se aprecie voluntariedad, y es a partir de esos momentos en los que entra la apreciación del arbitro cuando se producen las diferencias y desacuerdo con sus decisiones.

El arbitro de nuestra época, que empieza con este milenio, se tiene que caracterizar por tener una gran preparación psicológica, biológica, médica, física, técnica y táctica, para preparar el antes, durante y después de los partidos.

1. El arbitro en su formación inicial

Cuando un aficionado, jugador, entrenador, colaborador o directivo, decide iniciarse en el mundo enigmático del arbitraje, decide voluntariamente entrar en una nueva actividad, a partir de ese momento empezará a experimentar nuevas sensaciones y a adquirir una disciplina de formación que le harán entrar en la 5a dimensión del deporte.

Empezará a comprender lo que como espectador, jugador, colaborador o directivo, activo o pasivo, no entendía, entre otras cosas por ejemplo, el desconocimiento de las Reglas de Juego y algo más importante en su aplicación, el sentido común de las mismas.

Se les invita, de una forma racional, a exponer la necesidad o no de que en todos los órdenes de la vida existan unas normas que regulen nuestros comportamientos, como individuos o como parte de un colectivo.

Una vez que se llega a un consenso total de que efectivamente es bueno para la convivencia de todos, el que se establezcan unas normas que regulen nuestros comportamientos, basadas en las leyes o reglamentos que tipifican al amparo de nuestros derechos y obligaciones, lo que está bien o no es correcto, entendiendo el principio del derecho que dice, que, no es bueno para el otro lo que no es bueno para ti o no quieras para otro lo que no deseas para ti.

Las normas de conducta en los diferentes espectáculos que hoy nos ofertan, son dentro de un orden diferente en su aceptación y ejecución según el sitio y el contenido de los mismos. Por ejemplo, si decidimos ir al cine a ver una película de humor, estamos asumiendo con total libertad, que las personas que también libremente al igual que nosotros hemos decidido asistir a la misma película en un momento o en toda la proyección adopten una actitud razonada de risas y expresiones propias de nuestra participación activa en lo que el...

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